Con máscaras amarillas y el símbolo de radioactividad clausurado,  jóvenes activistas de Greenpeace de las ciudades de México, Culiacán,  Guadalajara, Monterrey, Pachuca, Puebla y Xalapa llevaron acabo la  primera jornada antinuclear este fin de semana. 
Preocupados por los efectos nocivos de la energía nuclear en la salud  y el medio ambiente, instalaron mesas de información y denunciaron los  riesgos de las nucleoeléctricas y la promoción de más centrales de este  tipo que realizan varios legisladores en el Senado y la Cámara de  diputados. Por ello, invitaron a la ciudadanía a participar en la aplicación Da la Cara, lanzada por Greenpeace en Facebook, en la que pueden mandar a los senadores y diputados mensajes “radioactivos” a fin de que desistan de promover este tipo de energía en nuestro país.
Al impulsar la energía nuclear, los legisladores prefieren beneficiar  sólo a un sector industrial que demanda recursos millonarios y hace una  mínima contribución a la mitigación del calentamiento global del  planeta; en vez de aprovechar ese presupuesto en detonar otras fuentes  más seguras, como la solar o la eólica, para generar electricidad en  nuestro país.
En el caso de México, la nucleoeléctrica Laguna Verde, en Alto  Lucero, Veracruz, provee poco menos de 5 por ciento de la electricidad  del país, misma que podría ser abastecida con fuentes renovables de  energía como la eólica o la solar. Nuestro territorio es considerado como uno de los que tienen más posibilidades de aprovechar la energía solar  que llega a la Tierra, porque recibe 2,850 veces más energía de la que  se necesita en el mundo actualmente; y con ello podría dejar de lado el  uso de combustibles sucios como carbón, petróleo o gas natural, y por  supuesto la energía nuclear.
La clase política tiene la responsabilidad de promover el  bienestar de los ciudadanos y fomentar un futuro ambiental que sea  seguro para las nuevas generaciones, mismo que no ofrecen las  centrales nucleares; por ello durante la jornada, los activistas de  Greenpeace también entregaron folletos informativos sobre las  desventajas y riesgos de este tipo de energía, los desastres  radioactivos en el mundo, entre los que destacan las tragedias de  Chernobyl y Fukushima, y datos que demuestran por qué este modelo  energético es económicamente ineficiente, socialmente injusto y  medioambientalmente inaceptable.
Cada vez es más claro que las poblaciones cercanas a una central  nuclear tienen que convivir con posibles filtraciones radiactivas en  suelos, agua y aire, además de los residuos que pueden perdurar por  miles de años; así lo demuestran diversos monitoreos a 25 años de la  explosión de la central de Chernobyl, los realizados por Greenpeace en  Fukushima este año o los realizados por investigadores mexicanos cerca  de la central de Laguna Verde.
Sólo con el paso de los años, cuando existe población enferma por  efectos de la radiación o frente a un desastre de gran magnitud, los  gobiernos se han visto forzados a aceptar los impactos de la energía  nuclear. Es tiempo de que los políticos mexicanos y nosotros como  ciudadanos aprendamos de naciones como Alemania, Austria, China, España,  Italia, Kuwait, Suiza o Venezuela, que han dado un paso adelante y  están revisando sus planes energéticos para NO incluir más  nucleoeléctricas. Demandamos de nuestros políticos la misma respuesta en  beneficio de la población mexicana.
Abandonar la energía nuclear es exclusivamente una cuestión de  voluntad política, pues no hay ningún problema técnico, energético o  económico que lo impida, y es lo más deseable desde el punto de vista de  la seguridad y de la protección del medio ambiente y la salud.





                     







